viernes, 2 de septiembre de 2011

-Cada uno tiene que ver cuál es su vocación

Entrevista a Kiko Argüello, tras la JMJ
«Cada uno tiene que ver cuál es su vocación»
Kiko Argüello, iniciador del Camino Neocatecumenal junto a Carmen Hernández, habla para Alfa y Omega, tras la JMJ en Madrid y el encuentro vocacional celebrado el 22 de agosto, en Cibeles. El pintor leonés cuenta cómo el impulso vocacional que han mostrado miles de jóvenes, en estos días, surge de vivir la fe en comunidad, y ahora, ha de discernirse la autenticidad de esta llamada


Kiko Argüello se dirige a los jóvenes,
en el encuentro vocacional de Cibeles
La JMJ ya ha pasado, y nos ha quedado el mensaje del Papa. ¿Con qué se queda de esta Visita del Santo Padre y de su mensaje a los jóvenes?
Para mí, lo más importante ha sido ver a tantos jóvenes con un espíritu abierto y maravilloso, que han soportado horas de calor sin una crítica o una queja. Nos ha dejado sorprendidos. En el Camino tenemos unos jóvenes estupendos, pero este encuentro nos ha hecho ver que no somos los únicos. Hoy está creciendo una juventud nueva. Dios está haciendo una nueva generación de jóvenes con una enorme educación.
El Papa ha sido maravilloso con su dulzura, su ternura, su humildad y su palabra profundamente iluminada. Todo esto nos ha dejado una impronta sorprendente. Todos hemos recibido esto como una sorpresa.

El domingo 22 de agosto, en Cibeles, 5.000 chicos y 3.200 chicas se han levantado para el sacerdocio y la vida consagrada y misionera respectivamente. ¿Qué ocurre con estos chicos y chicas ahora?
Hace falta comprender que estos chicos no se han levantado por la euforia. Detrás de cada uno hay una comunidad cristiana de 40 ó 50 hermanos, donde todos le conocen y viven con él la fe. Ahora, a la vuelta, todos les preguntarán: ¿Cómo te ha llamado el Señor?, de tal forma que su estar en la comunidad y en la parroquia queda ya marcado por la llamada que han recibido. Por otro lado, tenemos centros vocacionales que son dirigidos por un sacerdote junto a un equipo. En ellos, se les pregunta cómo están y empiezan un proceso de maduración vocacional. Hay que ver quién puede entrar en un seminario o quién ser monje o religioso. Hay que ver cuál es la vocación de cada uno, los estudios que tiene cada uno, etc. En su mayoría son chicos muy jóvenes, de 15 ó 17 años, fruto de familias numerosas, por lo que falta que completen sus estudios para poder entrar en un seminario.
El Camino ha ayudado a formar en las diócesis seminarios misioneros. Cuando estos chicos están maduros para entrar en uno -según lo que ven sus catequistas y el equipo del centro vocacional-, les reunimos en Porto San Giorgio (Italia), donde les invitamos a ser enviados a cualquier parte del mundo. La mayoría de estos chicos que se levantan en los encuentros entran en el seminario, no es algo ficticio. Ellos saben que levantarse es algo muy serio, que significa mucho frente a la familia, la parroquia y la propia comunidad cristiana.

El Papa ha dicho: «No se puede seguir a Jesús en solitario». El Camino Neocatecumenal es un itinerario para madurar la fe en comunidad. ¿De qué manera se vive en esta iniciación cristiana?
Uno de los dones más grandes que ha recibido el Camino de la Santa Virgen María es que nos ha inspirado que «hay que hacer comunidades cristianas como la Sagrada Familia de Nazaret», donde vivamos nuestra fe en humildad, sencillez y alabanza, donde el otro es Cristo. Vivir la fe en una comunidad cristiana es algo impresionante. Cristo ha dicho: Amaos, pero no se puede amar si no se conoce a alguien. Llegar a una estatura de fe en la cual podamos amar al otro en la dimensión del enemigo, cuando el otro te destruye o te fastidia, sólo se puede vivir gracias a que Dios nos da de su naturaleza, la gracia del Espíritu Santo que habita en nosotros. La comunidad es como un espejo que te pone frente a tu estatura de fe, puesto que siempre se verifica la dificultad que tenemos de amar al otro cuando es molesto y nos destruye. No obstante, a los hermanos que están en la comunidad no les hemos elegido nosotros; somos conscientes de que nos los da el Señor para ayudarnos a crecer en la fe. Así, los hermanos en la comunidad nos ayudan a descubrir nuestro hombre viejo; y tenemos la experiencia de que, en las escaleras de este Bautismo, desciende el Señor con nosotros. Por eso, lo que nos une no es que somos de un club ni que somos amigos, sino una nueva relación de amor.


Un momento del encuentro de Cibeles.
(Foto: Tecnofotos)
¿Cómo participa el Camino en la nueva evangelización?
El Camino está llevando adelante la nueva evangelización en zonas completamente paganas, donde en muchas partes la gente no está bautizada. Allí no comenzamos por un templo o una iglesia, porque la gente está muy secularizada, sino que comenzamos por una comunidad cristiana con una fe adulta, que ha terminado el itinerario neocatecumenal y que tiene la misión de mostrar, junto con su presbítero, el amor en la dimensión de la cruz -Como yo os he amado, que dice Jesucristo-. La comunidad cristiana salva a la familia y la familia salva a la Iglesia. Los paganos nos miran sorprendidos, porque les llama la atención cómo nos relacionamos entre nosotros y cómo nos amamos. Quisieran tener ese amor, porque la gente intenta amar pero no puede o no sabe. Esta relación es fruto del Espíritu Santo. La acción del Espíritu Santo es el amor visible, y en este amor los paganos conocerán que somos discípulos de Cristo; si somos perfectamente uno en este espíritu -ha dicho el Señor-, los paganos creerán. «Amaos como yo os he amado, en este amor conocerán que soís mis discípulos y si sois perfectamente uno, el mundo creerá», dice Cristo a sus discípulos en el Evangelio.

¿Sabe si ha tenido noticia el Papa del éxito de este encuentro vocacional, los frutos inmediatos de la JMJ de Madrid 2011?
Sí, ha tenido noticias. El Papa, todos los veranos, tiene un encuentro de tres días en Castelgandolfo con sus antiguos alumnos. En esta ocasión, ha tenido como tema la nueva evangelización, y la catequista itinerante responsable del Camino en Alemania ha estado presente. Nos ha contado que, este pasado domingo, el Papa al hablar de la JMJ y de lo contento que estaba, les dio a todos la noticia de que 300 mil jóvenes del Camino participaron en un encuentro vocacional tras su regreso a Roma y nombrándome dijo que yo, lleno de fervor y entusiasmo, invité a los jóvenes a ofrecer su vida a Jesucristo y se levantaron 5.000 chicos y 3.200 chicas.
Juan Ignacio Merino
John Vincent Portugal, 22 años, Manila (Filipinas)
«El Señor pasó y me llamó»

John Vincent es uno de los 5.000 chicos que sintieron la llamada al sacerdocio tras la Visita del Santo Padre. John es natural de Manila (Filipinas), ha estudiado Filosofía y llevaba tiempo descubriendo esta llamada del Señor. «Estoy muy contento de haber venido a España a la JMJ; venía con la esperanza de encontrarme con Jesucristo y redescubrir mi vocación», afirma. Y parece que así ha ocurrido. A este joven filipino de 22 años le ha conmovido la hospitalidad que le han ofrecido en la parroquia de San Isidro Labrador, de Carabanchel. «Por ellos he experimentado el amor de Dios hacia mí», asegura. Además, le ha dado mucha alegría ver a jóvenes de tantos países, lo que le hace pensar: «Hay muchísimos que estamos locos por Jesucristo».
John procede de una realidad donde la pobreza es muy palpable. Aunque su familia no vive en una situación desfavorable, sostiene que durante un tiempo se ha escandalizado de la pobreza: «Siempre he escapado de esta situación, me emborrachaba e iba con compañeros malos, pero el Señor ha tenido misericordia de mí, y me ha llamado para ser sacerdote». Durante el encuentro vocacional en Cibeles, sintió fuertemente la llamada: «El Señor pasó y me llamó a pesar de mis pecados. A mí, que me he escandalizado de la pobreza, el Señor me llama a dejar todo. Yo no sé nada, lo que sé es que el Señor me llama».
Blanca Iris Ojeda, 28 años, Villavicenzo (Colombia)
«Él es el verdadero amor»

Durante el encuentro vocacional del 22 de agosto en Madrid, Kiko Argüello informó de que más de 40 mil chicas del Camino ya han ingresado en conventos o monasterios entregando sus vidas, a través de la consagración. Blanca Iris Ojeda puede ser una de estas chicas que consagre su vida al Señor, ya que es una de las 3.200 chicas que dieron un al Señor, el pasado 22 de agosto, en Cibeles.
Blanca, de 28 años, vino a Madrid con un grupo de Villavicenzo (Colombia) a la JMJ, realizando la evangelización por las calles de Chipiona (Cádiz), y está agradecida por todo lo que ha recibido. «Ha sido una gracia poder estar en la JMJ, he podido experimentar el amor, la misericordia que Dios ha tenido conmigo», comenta. Blanca es ingeniera técnica ambiental y ha trabajado desde muy joven. Se sentía vacía e insatisfecha tras no haber encontrado la plenitud, ni en el afecto de sus padres, ni en los chicos ni en los estudios.
Esta joven colombiana ha visto, de forma más clara, la vocación a la vida consagrada, en el encuentro vocacional; asegura que sería muy egoísta si no daba una respuesta a esta llamada: «El Señor me ha confirmado que me ama, que Él es el verdadero amor, y que nadie me ama así; Él me ha dado la paz, la tranquilidad, la libertad, aunque tenga luchas y sufrimiento, pero con Él me siento respetada, valorada, amada», afirma con rotundidad Blanca. Ahora se siente contenta y muestra su disponibilidad a la Iglesia. Durante un tiempo, con la oración y los sacramentos, con la ayuda de su comunidad neocatecumenal, de un sacerdote y de los catequistas que reúnen con frecuencia a las chicas que han sentido la vocación, Blanca discernirá dónde quiere el Señor desposarse con ella.
Don Miguel Ángel Turmo, responsable del Centro Vocacional del Camino Neocatecumenal, en Madrid
Una ayuda para el discernimiento vocacional

Tras ver los primeros frutos vocacionales de la JMJ, surge la pregunta: ¿Qué pasa después? ¿Cómo se canaliza todo ese potencial vocacional para que ese impulso inicial llegue a término? Ésta es la tarea del padre Miguel Ángel Turmo, párroco de la madrileña iglesia de San José y responsable del Centro Vocacional del Camino Neocatecumenal de Madrid. Esta iniciación cristiana tiene, en las diócesis donde está implantada, un centro vocacional conducido por un equipo con experiencia vocacional, formado por un responsable sacerdote acompañado de otro presbítero o matrimonio catequista. Este equipo se reúne con los jóvenes tres domingos al mes, ayudando a discernir la llamada al sacerdocio. «Se trata de acompañar y ayudar a los jóvenes en el discernimiento vocacional para que, descubriendo en su vida cuál es la voluntad de Dios, reciban de Él la fuerza para realizarla», afirma.
A través de la profundización en la palabra de Dios, escrutando textos referidos a su llamada, compartiendo la vida y la oración con futuros compañeros en el Seminario Redemptoris Mater de Madrid, con la celebración de la Eucaristía intensamente participada, se crea un espíritu de comunión y de ayuda mutua durante el tiempo de discernimiento. «Las entrevistas personales con el equipo responsable, la vivencia profunda con la propia comunidad donde viven su fe y una intensificación de la oración y los sacramentos, como puerta abierta al encuentro personal con Jesús, complementan esta labor de apoyo y discernimiento», reitera don Miguel Ángel. Y si se vislumbra la autenticidad de la llamada y el joven muestra disponibilidad a formar parte de uno de los 78 Seminarios Redemptoris Mater diseminados por todo el mundo, es enviado a una convivencia internacional de seminaristas, que suele celebrarse a mediados de septiembre en Porto San Giorgio (Italia), donde será enviado a uno de esos 78 seminarios. «Y allá los jóvenes van contentos y esperanzados», afirma el padre Miguel Ángel.
Alfa y Omega > Nº 749 / 1-IX-2011 > JMJ 2011