lunes, 12 de septiembre de 2011

-La JMJ ha sido un éxito. Y ahora, ¿qué?

En una España, en la que parecía que era obligado decir que la fe era una cosa íntima y en retirada, de pronto hemos visto una explosión de naturalidad en la religiosidad…He aquí una mesa de diàlogo sobre el dia siguiente a la JMJ:
 

R.N.V.: Cierto. En un contexto en el que se produce ese intento de volver a meter a Jonás en el buche de la ballena, efectivamente se ha producido una explosión ante la mirada, yo diría un poco inquietada, de algunos. Es una manifestación más de que el siglo XXI va a ser el siglo de Dios. ¿Por qué? Ante esta eclosión de fe, ante esta presencia alegre, a muchos se les suscitan ahora preguntas, porque la gente se ha cansado de fórmulas que llevan a callejones sin salida.


J.F.S.: Algunos se han empeñado a fondo, durante muchos años, en un proceso de secularización de la sociedad. Han visto ahora que les ha salido mal la jugada, pero no han sabido hacer un reconocimiento explícito de que su proyecto no es todo lo que determina la sociedad española. Benedicto XVI, de hecho, ha planteado en Madrid un programa de ciudadanía para los españoles, no sólo de cristianía. Decía el Papa en su despedida: «España es una gran nación que, en una convivencia sanamente abierta, plural y respetuosa, sabe y puede progresar sin renunciar a su alma profundamente religiosa y católica». Y esto es lo que se ha demostrado. Mientras tanto, sin embargo, algunos siguen apelando a esa juventud del 68, y no se dan cuenta de que ya no existe.

B.B.: Es que esos jóvenes del 68 son los que mandan ahora. Están en la cumbre de su poder generacional, económico, intelectual, periodístico… Por eso están las cosas como están. Y frente a ellos, tenemos una juventud estupenda: no porque sean más santos, o tengan menos hormonas que nosotros, sino porque no están tan ideologizados como estábamos nosotros. Muchos jóvenes tenían antes un credo ideológico marxista, que les hacía insensibles a la realidad, a los hechos. Hoy los chavales están abiertos a las propuestas que sea. Y creo que por eso estamos viendo esa efervescencia de cosas buenas y también de cosas malas. De ahí la importancia de la JMJ. El gran problema de los jóvenes de hoy en día es que, estando abiertos a propuestas, nadie les cuenta la verdad: ni sus padres, ni sus profesores, ni por supuesto la tele. La JMJ es, por eso, una gran ocasión. Muchos jóvenes ven simplemente la cara de sonrisa de otros jóvenes, sin más. Y piensan: Ése tío es feliz. Yo quiero ser como él. Eso en el mundo juvenil es fundamental. La sonrisa de los chicos de la JMJ en la calle tiene una eficacia revolucionaria, aunque ellos no se den cuenta.

Y ahora, ¿qué?

J.L.R.: Lo que surge es una grandísima responsabilidad, desde el punto de vista educativo de la Iglesia: ¿qué propuesta se les va a hacer a esos chavales que acaba de describir Benigno, que están abiertos a propuestas, que son esponjas…? Hoy no prima el binomio verdad-justicia. El binomio decisivo es libertad-felicidad. Los grandes mitos -lo digo en sentido positivo- son ésos, y ahí es donde se juega la capacidad de la fe de demostrar que realmente responde al ansia de libertad (frente a quienes la presentan como enemiga de la libertad), y como cumplimiento de la felicidad -cuando algunos dicen que los creyentes son personas amargadas que han renunciado al placer, etc.-
Nos la jugamos en el plano de la razón, porque una fe que sea endeble en su dimensión racional, por lo menos en el debate público de Occidente, no puede sobrevivir. Pero nos la jugamos también en el ámbito de la afectividad, porque debemos mostrar a los jóvenes que la fe les permite vivir su dimensión afectiva mejor, más humanamente que si viven según otras propuestas que se les plantean…
Se han mostrado imágenes tremendas en la tele, con motivo de estos chavales que han fallecido en una fiesta rave, en Getafe. Era un contrapunto brutal, respecto a lo que sucedía, aquel mismo día, en Cuatro Vientos. Eso era una bacanal: tíos desnudos, sudados, gritando, bebiendo… Y dos muertos. Sería una tontería trazar una división entre chicos buenos y malos. No se trata de eso. Pero sí de que hay chavales que han tenido una propuesta y un itinerario que les ha permitido ir generando una personalidad fuerte, capaz de afrontar la vida, con sus dificultades, y chavales que son presa de todo, de todo lo malo. Buscan la felicidad y buscan el infinito y buscan el placer a tope, en el mínimo tiempo posible, y acaban fundidos.

B.B.: Hay otra diferencia entre los jóvenes de hoy y los de hace unas generaciones: nosotros no habíamos visto a dónde llevan otros modelos de vida, y era más fácil creer que la libertad sexual, el alcohol, la droga… llevaban a la felicidad. Hoy día, los jóvenes han visto muchas vidas destrozadas, empezando por las de sus padres. Y eso es ya una referencia. Los mitos te los dejas de creer cuando es evidente que no funcionan. Es lo que ocurrió con la gran mentira del comunismo; se vio ya que no era un problema ideológico, sino de que la vida bajo ese régimen era un asco. Empieza a pasar algo similar en Occidente, de alguna manera. Hay demasiada vida fracasada en generaciones anteriores que provoca rechazo en los jóvenes, y eso les lleva a buscar otras cosas.
Me contaba hace un tiempo un joven, que es un guaperas, que había una chica en clase que se le estaba insinuando. Le acosaba tanto, que él se vio obligado a explicarle por qué no se iba a acostar con ella. Y no sé qué le diría, pero su reacción fue decirle: «Mira, no entiendo una palabra de lo que me dices, pero seguro que vas a ser muy feliz viviendo así como dices». Hasta una chiquilla desnortada, cuando le hablan de esa manera, con convicción, dice: ¡Qué bien suena eso!