domingo, 22 de abril de 2012

-siempre intentan destruir los valores judeocristianos


Hitler sabía que su deseo por el poder sólo podría triunfar si primero destruía los valores judeocristianos.

El objetivo final de los nazis, sostuvo Benedicto, era arrancar la moralidad cristiana desde las raíces judías, reemplazándola con "una fe de su propia invención: la fe en el gobierno del hombre, el gobierno del poderoso". Hitler sabía que su deseo por el poder sólo podría triunfar si primero destruía los valores judeocristianos. En el Imperio (Reich) de Mil Años, Dios y su código moral serían eliminados. El hombre, sin las restricciones de la conciencia, reinaría en su lugar. Es la más vieja de las tentaciones, y Auschwitz es lo que conducía a eso.
"¿En dónde estaba Dios en esos días?", preguntó el Papa. ¿Cómo pudo un Creador justo y amoroso permitir que trenes y trenes llegaran llenos de seres humanos listos para ser asesinados en Auschwitz? De hecho, ¿en dónde está Dios cuando una sola víctima inocente está siendo asesinada, violada o abusada?
La respuesta, aunque el Papa no lo dijo tan claramente, es que un mundo en el que Dios siempre interviene para evitar la crueldad y la violencia sería un mundo sin libertad –y la vida sin libertad no tendría sentido. Dios dota a los seres humanos con el poder para elegir entre el bien y el mal. Algunos eligen ayudar a su vecino; otros eligen herirlo. Estaban esos nazis en Europa que llevaron a los judíos en manadas hacia las cámaras de gas. Y estuvieron aquellos que arriesgaron sus vidas para esconder a los judíos de las garras de la Gestapo.
El Dios que "habló en Sinai" no se estaba dirigiendo a ángeles o robots, quienes no podrían hacer el mal aunque lo quisieran. Él le estaba hablando a gente real, con decisiones reales que tomar, y consecuencias reales que provienen de esas decisiones. Auschwitz no fue culpa de Dios. Él no construyó el lugar. Y sólo transformando a los "seres con libertad moral" que lo construyeron en "marionetas", podría haber evitado que cometan sus crímenes horrendos.
No fue Dios quien falló durante el holocausto, o en los Gulags, o en el 11/Septiembre, o en Bosnia. No es Dios quien falla cuando los seres humanos hacen cosas barbáricas. Auschwitz no es lo que pasa cuando el Dios que dice “No matarás”y “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” está en silencio. Es lo que pasa cuando los hombres y las mujeres se rehúsan a escuchar.
Del libro “El Silencio de Dios”, Jeff Jacoby